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Itatí, 5 de octubre de 2025
Queridos hermanos peregrinos, educadores en la fe, catequistas, niños y familias; queridos maestros, personal, estudiantes y egresados de la Institución académica Nacional del Nordeste: hoy venimos unidos, como pueblo de Dios, al Santuario de la Virgen de Itatí. Nuestra Señora nos acoge y nos reúne bajo su manto en este día de fiesta, en el que la Palabra divina nos ofrece una enseñanza muy oportuna: la fuerza de la fe y la humildad en el ministerio.
Los discípulos suplican a Jesús: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5). No piden más conocimiento, poder o éxito, sino creer mejor. El Señor responde con una imagen sencilla y profunda: una fe tan pequeña como un grano de mostaza puede mover lo imposible. La fe no es solo un sentimiento interior, sino una esperanza activa que se traduce en obras. Jesús nos recuerda que no importa la cantidad, sino la autenticidad: una fe humilde, perseverante y confiada puede transformar la realidad.
Para nosotros, educadores en la fe, esto significa confiar en que cada semilla sembrada en el corazón de un niño o de un joven, aunque parezca insignificante, puede dar frutos abundantes en la vida de la Iglesia. Para la Universidad, que celebra 25 años de peregrinar a Itatí –bodas de plata-, evidencia que el saber y la investigación se iluminan con esa luz de la fe que abre al sentido último de la existencia. Ciencia y fe no se oponen: se enriquecen cuando hay apertura sincera a la verdad.
Jesús presenta al discípulo como servidor que hace lo que le corresponde sin esperar recompensas especiales. El seguimiento de Cristo es gratuidad: servir sin buscar reconocimientos, vivir la fidelidad cotidiana como expresión de amor.
En un tiempo marcado por el afán de éxito y protagonismo, la fe nos invita a vivir como servidores del Reino y del bien común. Los catequistas acompañan procesos de fe en silencio, confiando en la acción del Espíritu. Los maestros, el personal y los estudiantes están llamados a que la vida universitaria no se reduzca a acumular logros, sino a formar personas comprometidas con la justicia, la solidaridad y el servicio a la sociedad.
Nuestra Virgen nos muestra cómo vivir la fe con sencillez y confianza. Ella creyó en la Palabra de Dios y se hizo servidora de todos. A ella pedimos que sostenga la misión de la catequesis en nuestras parroquias y que acompañe a la Universidad, para que siga siendo ámbito de búsqueda de la verdad, de formación integral y de servicio al pueblo del NEA.
La peregrinación misma es un signo: venimos a los pies de la Virgen no para ganar un mérito, sino para agradecer y pedir fortaleza. Caminar juntos nos enseña que la fe es ponerse en camino, es reconocer que somos servidores del Reino. Como exhorta san Pablo a Timoteo (2Tim 1,6-8): “Reaviva el don de Dios que recibiste… no te avergüences de dar testimonio”.
María encarna esta enseñanza: “He aquí la servidora del Señor” (Lc 1,38). No buscó poder ni prestigio, sino que confió y se entregó. Ella es modelo tanto para el catequista como para el universitario: fe confiada, servicio gratuito y entrega generosa.
Hoy, al pie de la Virgen, pidamos juntos:
“Señor, aumenta nuestra fe, para que como catequistas seamos sembradores pacientes; fortalece nuestra fe, para que la Universidad sea casa de sabiduría y servicio; acrecienta nuestra fe, para que cada peregrino, al regresar a su vida, lo haga con un corazón más confiado y disponible para servir. Y que, con María de Itatí, sigamos caminando como testigos de la fe, servidores de la vida y constructores de esperanza”.
La fe verdadera no se mide por milagros extraordinarios, sino por la fidelidad humilde en la vida diaria. Como educadores, como universitarios, como peregrinos, venimos a Itatí para aprender de María a vivir la fe que confía y el servicio que se dona sin esperar recompensas, sabiendo que el premio más grande es estar en comunión con Cristo, el Siervo fiel.
NOTA: A la derecha, en Archivos, el texto en formato de Word.